domingo, 16 de noviembre de 2008

Sobre Las Uvas de la Ira

Hace unos días me ví Las Uvas de la Ira, película de John Ford basada en el libro de John Steinbeck.
Para mí fue imposible no trazar paralelos entre la historia que contaban, ambientada en la crisis del 29 en Estados Unidos, y la realidad colombiana actual. La historia comienza con el protagonista volviendo a su pueblo natal depués de pasar unos años en la prisión; cuando llega encuentra que el pueblo se ha convertido en un pueblo fantasma, todos sus habitantes fueron expulsados cuando el gobierno le dio a una compañía privada el derecho de explotar sus tierras...
Más adelante Tom Joad, el protagonista, encuentra a su familia y se van todos juntos desde Oklahoma hasta California con la esperanza de encontrar un trabajo allí. Sin embargo, al llegar ven que miles de familias tuvieron la misma idea, y que el paraíso laboral que esperaban no existe. No encuentran trabajo, no encuentran lugar para vivir y se refugian, como todos los demás, en campamentos a las afueras de la ciudad. Las empresas aprovechan la sobreoferta laboral para pagar salarios bajísimos y someten a los trabajadores a condiciones casi de esclavos. Así, organizaciones sindicales empiezan a surgir y los empresarios apoyados por la policía encarcelan o asesinan a los líderes de estas organizaciones.
Sí, sigo hablando de la película, no de la realidad nacional, pero ¿cuál es la diferencia? John Steinbeck escribió un pedacito de la historia gringa de los años veinte, pero la misma historia podría haber sucedido en Colombia en los años veinte, treinta, cuarenta, en el 2008...
¿hasta cuándo?



Aquí está la película por si alguien tiene ganas de deprimirse un rato
(está en inglés sin subtítulos)

http://video.google.es/videoplay?docid=-9022016584178907197&ei=hEwgScfxIIr82wLdn6n2Bg&q=grapes+of+warth

1 comentario:

3d dijo...

El libro es bastante más crudo... en eso Steinbeck no tiene parangon. Dale Natica, realmente vale la pena. Si puedes conseguir "el talón de hierro" de Jack London también te garantizó decepción y tristeza sin fin.