domingo, 16 de noviembre de 2008

empezando a extrañar

Una de las cosas que puede alegrarme la vida es caminar por la mitad de una calle, me siento absolutamente ligera, plena. Ayer tuve media hora de plenitud: anduve por toda la 15 desde la 116 hasta la 80. Había ciclovía nocturna, y las calles se llenaron de familias enteras paseando, niños corriendo por todo lado, de grupos de parranda itinerante que llevaban su propia música, cerveza y aguardiente mientras recorrían la ciudad. Me topé también con personas repartidoras de besos y abrazos gratis y con otras dedicadas a hacer aeróbicos mientras los que pasaban al lado se reían de semejante entusiasmo deportivo. Caminé media hora entre los olores de la mazorca asada, de las arepas, pinchos y chorizos, y no supe porqué me estoy yendo siempre de Bogotá si soy tan feliz aquí.


diciembre 14 de 2007

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