domingo, 16 de noviembre de 2008

días de lluvia


Hace unas semanas que día tras día llueve en Bogotá. Los días amanecen nublados, a las nueve de la mañana más o menos aparece un sol incipiente que alcanza a ilusionar con una mejoría del clima a los más ingenuos, pero hacia medio día las nubes se apoderan del cielo bogotano y finalmente a las dos de la tarde empieza el aguacero.

Caminar por las calles llenas de transeúntes con paraguas que tratan de ir cada uno más rápido que el otro es de las cosas que se me dificultan en esta vida. Intentar ser un solo cuerpo con mi sombrilla sencillamente no se me da, yo lo trato pero nunca sé medir bien su tamaño y termino chocándome con todo aquel que pase ligeramente cerca de mío.

Esa es sólo la menor de las razones por las cuales no me gusta Bogotá con lluvia, la mayor es que mi ánimo es directamente proporcional a la cantidad de sol que veo y recibo. A estas alturas de la vida debería saber que el gris es un acompañante usual de esta ciudad y que los días de verano, cada vez más calurosos, son sólo un engaño del desorden climático. Pero no, nunca me bastan enero y febrero y siempre me quedo esperando que el abril lluvias mil no se cumpla este año.


abril de 2007

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