domingo, 16 de noviembre de 2008

de exámenes

Ayer hice el último examen de toda la carrera,ya soy una cocinera profesional, se supone...

Estuve una semana y media con exámenes finales y como consecuencia de ello más allá de la felicidad de haber terminado quedé con el estómago destrozado, acabé con una caja entera de omeprazol y unos cuantos rollos de papel higiénico... En mis ventisiete años de vida nada me había puesto tan nerviosa como los exámenes de cocina. El susto que tenía el día que sustenté la tesis de Ciencia Política no se compara al que tenía el día que rendía (así le dice aquí a presentar un examen) Cocina IV.

La clase de cocina la ví los cuatro semestres que duró la carrera y era la materia mas importante de todas. Los profesores se encargaron en cada clase de marcar la distancia entre ellos y los alumnos, entre su habilidad y la poca nuestra, lo que a la hora de los exámenes se convertía en una inseguridad controladora de todos nuestros actos. Poner una olla con agua en la estufa era ya un acto digno de dudar, cortar una cebolla ni se diga! todo podía ser un error fatal merecedor de insultos y burlas.

En los exámenes de los semestres anteriores teníamos que memorizar las sesenta o más recetas que hubiéramos hecho durante las clases porque alguna de ellas las íbamos a tener que preparar. El final de Cocina IV era diferente, te daban un pedazo de alguna carne,una codorniz, cualquier pescado, una panza de cerdo, unas ancas de rana, en fin algo de carne, lo teníamos que identificar, escoger el método de cocción que mejor le quedara a esa pieza, hacerle tres guarniciones y una salsa, todo en una hora y veinte minutos. A simple vista no suena tan difícil, pero ya dasde el tener que reconocer qué carne es la cosa es complicada... A Ariana, una amiga colombiana que estaba a mi lado le tocó una pata de liebre, ella la reconoció, pero menos mal que no fue mi carne porque yo cuando la ví pensé que era una pata de faisán... A Belén, mi amiga mexicana, le tocó un pescado que no preparamos en clase, una caballa, yo sé que existen pero nunca había visto una, Belén tampoco y no aprobó. A mí me tocó una silla de cordero, era un corte que no quería porque no tenía muy claro cómo deshuesarlo, cuando lo ví entré en pánico, se me borraron de la cabeza todas las ideas para guarniciones que habíamos estado estudiando con mis amigas el día anterior, no sé cómo empecé a hacer todo y sobreponiéndome a unas almendras y a una salsa quemadas finalmente presenté un plato: silla de cordero con duxelle, arroz pilaf, chutney de manzanas y peras, chips de batatas y reducción de aceto con miel. Para los no cocineros parece muy elegante, en realidad fue bastante sencillito mi plato, pero fue suficiente para aprobar.

Hoy Belén rinde de nuevo, así que se agradecen los buenos pensamientos pa ella.

besos pa quien me lea

diciembre 7 de 2006


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