domingo, 16 de noviembre de 2008

Yéndome

Llevo media hora en la sala de espera y no pasa nada. Estoy anestesiada por el vino, tengo los sentimientos en suspenso. Sólo miro a la gente y trato de imaginarme por qué se van.

Es terrible como en estos viajes empiezo a dudar de todo el mundo: este tiene cara de mula, esta debió ser víctima de la trata de blancas… Dudo hasta de mí, me pongo nerviosa cada vez que me revisan la maleta, no se qué pasa pero siempre pienso en lo que voy a hacer en el momento en que la policía descubra la ilegalidad en mí. Hay una señora humildísima de mínimo setenta y cinco años, el agente antinarcóticos le pide que lo acompañe para una prueba de rayos X. A los diez minutos vuelven y ella se sienta.En los aeropuertos la inocencia más pura es sospechosa.

Lo miro todo como no estando. No me siento en ningún lado. No sé a dónde voy y no quiero saber lo que estoy dejando. ¿Bogotá? ¿familia? ¿amigos?. Por ahora dejo a un lado su significado total, el que me llena el corazón siempre. Necesito el vacío.


diciembre 26 de 2007

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