A comienzos del 2007 mi simpatía por el partido se hacía más fuerte, las intervenciones de Petro en el Senado sobre las Convivir y el paramilitarismo en Antioquia me parecían los más grandes actos de valentía y fueron la invitación final para unirme al Polo.
Después de ese momento de unión máxima con mi partido la desilusión empezó... Primero Samuel Moreno ganó la elección interna para la candidatura a la alcaldía. Eso lo superé, y hasta vote por él... Pero luego, vinieron las peleas internas, entre Gaviria y Lucho, entre Gaviria y Petro. Lucho mostró que, como lo dijo Antonio Caballero en una columna reciente, él es exclusivamente Luchista... Y ese ego enorme, enceguecedor en personajes que están al servicio público me empezó a hacer desconfiar profundamente de ellos.
Esta semana cualquier sospecha que pudiera tener en el partido se vió ampliamente sobrepasada por sus actos: El Polo le dio sus votos a Alejandro Ordoñez para la procuraduría! votaron por un señor que al mejor estilo nazi hace quemas de libros! Y Gustavo Petro justifica al partido diciendo que no se puede juzgar a nadie por sus convicciones religiosas o morales... Primero, no se trata de juzgar o no, y segundo ¿no son las convicciones religiosas y morales parte de una ideología? y ¿no es la ideología el fundamento de un partido político? yo así lo creía y en algún momento me sentí representada por un partido que defendía la pluralidad y la vida frente a un gobierno que en cada uno de sus actos la niega.
Es curioso que el gobierno haya empleado tantas artimañas, tantos trucos sucios para desprestigiar al Polo y al final de cuentas es el mismo Polo el más efectivo en desprestigiarse a sí mismo con actos como este.
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Mis respetos a Jorge Enrique Robledo y Luis Carlos Avellaneda por haber ejercido la Objeción de Conciencia.