miércoles, 17 de junio de 2009

De la ternura a la ambición

A veces me pasa que buscando un libro, me encuentro otro más seductor y el que inicialmente iba a buscar queda relegado en la lista de espera de lecturas. Eso me sucedió hoy cuando estaba buscando en la biblioteca de mi tía Marta un diccionario de filosofía y se me cruzó un libro con el título Ética del Amor y Pacto entre Géneros. A mí es que la palabra amor me llama fácilmente, no voy a ocultar ahora mis tendencas cursis, pero la combinación con la palabra ética me hizo pensar que podría ser interesante. Tomé el libro y descubrí con sorpresa que el autor es Luis Carlos Restrepo, sí, el mismo ex-comisionado de paz, ahora director del Partido de la U. No pude evitar la tentación y comencé a leerlo.

El libro habla sobre la educación sexual y afectiva considerándolos como parte fundamental para la resolución de gran parte de los conflictos socio-culturales actuales. No lo leí todo, hasta allá no llegó mi curiosidad, pero les muestro algunas partes que me llamaron la atención.

"Resistirnos a la posibilidad del contacto táctil es perpetuar una jerarquía del poder que alimenta de manera soterrada a las empresas burocráticas y militares, de las que tanto sigue necesitando Occidente."p. 100

Cuando leí esto me pregunté si hablará por experiencia propia ¿será que nunca ha disfrutado las delicias de un buen arrunche y de ahí nace ese apoyo irrestricto a la campaña bélica de su jefe?

Seguí leyendo y me encontré con que:

"La tarea del pedagogo es formar sensibilidades, por lo que debe pasar de la razon teórica a la razón sensorial y contextual, cincelando el cuerpo sin pretender atraparlo en la dureza del código o aplastarlo con la arrogancia profesoral que desconoce las potencialidades de la singularidad humana." p.101

Me quedé pensando y llegué a la conclusión de que esta será la tarea del docente y no la del presidente de la república o de su asesor de paz. Porque estos sí tienen que tener mano firme, mostrar su arrogancia ante las peticiones de los ciudadanos y, por supuesto, borrar todo rastro de singularidad humana pues allí se esconde el terrorismo.

Cada una de las páginas que leí en este libro contradice los últimos 7 años de la vida de Luis Carlos Restrepo. Todos cambiamos, las ideas, por fortuna, no son estáticas. Lo triste es cuando el motor del cambio es la ambición.

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