martes, 17 de diciembre de 2013

Del Niño Dios Colombiano

Ayer sentada con unas compañeras de trabajo hablando sobre la navidad  una contó la siguiente historia:

     "Nosotros vivíamos en Villavicencio y al frente de nuestra casa vivía un señor dueño de una joyería, el señor tenía un hijo y mucha mucha plata. En nuestra casa vivía con su hijito un señor paisa que trabajaba en la finca con mi papá. Resulta que una navidad tanto el hijo del joyero como el hijo del trabajador le pidieron al niño Dios que les trajera un triciclo. 
     El 25 de diciembre cuando todos salimos a jugar con nuestros regalos, salió el hijo del trabajador de la finca con un carrito de madera que halaba con una pita, estaba feliz, ya no se acordaba del triciclo. Estábamos todos ahí en la calle cuando de la casa de al frente salió el hijo del joyero montado en su triciclo nuevo. Todos nos lo quedamos mirando, el hijo del trabajador soltó su carrito diciendo:
     -¡mirá este hijueputa niño Dios a quien le vino a traer el triciclo!
     Y yo no entendía por qué el niño Dios había hecho algo así."

¡Qué temprano que se aprende de injusticias en este país!

viernes, 12 de agosto de 2011

derrotada pero esa sonrisa vale más

Usted me mira sin poder ocultar su incomodidad por mis lágrimas, y através del vidrio que lo protege de mí, me dice, que solo tengo que solicitar una visa, que es muy sencillo, que solo necesito una foto y 90 francos, 112 dólares, 82 euros, 208mil pesos.Es probable que para su sueldo de burócrata eso no represente nada, para mí, estudiante de filosofía, eso representa casi la mitad de mi ingreso mensual. Es la tercera visa que pago en los últimos 3 meses. Sacarme la foto, registro de las incontables lágrimas derramadas durante el día, me cuesta 8 francos, 10 dólares, 7 euros, 18mil pesos más.
Incapacidad de ponerse en el lugar del otro es el prerequisito del funcionario público. ¿Por qué tendría que importarle mi historia, o, la del señor que grita desesperadamente a su impávido colega en el módulo de al lado? ¿Por qué tendría que importarle mi frustración, mi tristeza, los planes no realizados, mi sensación de desarraigo?
Señor burócrata, hoy su sistema ganó; hoy convenció a una inmigrante más que no tiene nada que hacer en su país. Tras seis meses de estar viniendo a esta oficina intentando hacerme un lugar en este lado del mundo me declaro derrotada. Está bien, no quiero encerrar mi libertad en estas fronteras, me iré a buscar otras menos rígidas. Me rehuso a sentir que mis posibilidades de ser dependen de las posibilidades que ustedes tienen planeadas para mí, inscritas en las leyes de su ciudad, de su cantón, de su país. La neutralidad de la que se vanaglorian no es más que apatía y comodidad.
Hoy le compro por última vez mi libertad. Le deseo una vida feliz en su encierro, en su paisaje diario de códigos y procedimientos calculados tan lejanos de las sonrisas limpias de solidaridad como la que me acaba de dar el inmigrante marroquí que salió por esa puerta.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Una tarde en Bogotá

Hace unas tardes volvía a mi casa en un bus sentada en el último puesto junto a la puerta de salida. Desde ahí veía como el bus se iba llenando y la gente se apretaba una contra otra perdiendo la mirada y el pensamiento en algún otro lugar para hacer soportable el recorrido.
En cierto momento los pasajeros empezaron a subir por la puerta de atrás porque por la de adelante ya no cabía nadie más. La última en subirse antes de que yo me bajara fue una señora, cuarenta , cuarenta y cinco años. Ella buscaba perder la mirada sin lograrlo, no conseguía evadir el momento, trataba de acomodarse infructuosamente hasta que decidió sentarse en uno de los escalones de la escalera de salida. Buscó algo dentro de una bolsa de plástico, sacó una botella de aguardiente aún sin abrir, la destapó, bebió un sorbo largo y reconfortante, la tapo y la volvió a guardar. La gente alrededor la miraba con desaprobación, ¿cómo una mujer va a estar bebiendo sola en un bus a las 4 de la tarde? Ella, sin darse cuenta de las miradas reprobatorias a sus espaldas, empezó a llorar amargamente, muy amargamente. Intentaba no hacerlo, pero cada vez lágrimas más cargadas caían.
Yo no quería mirarla para darle algo de privacidad, sí, lo sé, privacidad en ese lugar, ¡Qué absurdo! Pero a la vez quería mirarla y hacerle saber que de alguna manera no estaba sola, que entendía su tristeza más allá de que no supiera la razón. Pensaba yo, -Sí, es fácil sentirse inmensamente triste en este mundo, inmensamente solo aún, y más aún, si se está tan rodeado de tanta gente como en un bus.
No supe en qué momento decidió hablarme,

-¿Sabe qué me pasa? ¿Sabe cuál es mi tragedia? Ayer me mataron a toda mi familia ¡a cinco me los mataron! Allá en Rioblanco, ¿conoce Rioblanco? Cerca de Chaparral

Rioblanco ha venido siendo una constante en mi vida en los últimos diez años. Para la tesis de pregrado trabajé con desplazados de Rioblanco oyendo las historias de cómo huyeron al ser catalogados de colaboradores de alguno de los dos bandos. Este año por trabajo tuve que ir unas semanas y estuve escuchando las mismas historias de muertos de un bando y del otro.

- Sí, sí conozco.
- Bueno cerca de allá. Allá no debe conocer, Bilbao.

Y sí, también conocí Bilbao este año. Un pueblo de dos calles al que se llega después de tres horas de andar por una carretera en el peor de los estados. No creo que más del 1% de la población colombiana haya estado alguna vez en Bilbao y entre todos los buses que hay en Bogotá y entre toda la gente que estaba en este bus fui yo la que quedé a su lado y fui yo la que decidí no ignorar su tristeza, justamente yo, tal vez la única que sabía que Bilbao existe ¡Qué manera misteriosa de tejerse tiene la vida!

-Sí, sí conozco.

-Allá, allá en Bilbao me los mataron por una vacuna* que no podíamos pagar. Allá llegaron anoche y me los mataron a todos, a mi papá, mi mamá, mi hermano, la esposa, mi sobrina. Y esa es mi tragedia ¿Cómo sigo yo viviendo ahora? No puedo ni ir a enterrarlos. Eso es lo que pasa ahora que mataron al Mono ese. Eso es lo que van a hacer ahora.

Mientras ella me hablaba durante los cinco minutos de camino que quedaban antes de llegar a mi casa yo pensaba que tenía que hacer algo para hacerla sentir mejor, pero lo único que hice fue decir “lo siento” una y otra vez, abrazarla y dejarle mi puesto para que se sentara. Me bajé del bus y lloré por su tristeza y lloré por este país sembrado de tumbas y lloré de vergüenza por saber que iba a llegar a mi casa a tomarme un café caliente, a ver el partido de fútbol mientras ella hacía su duelo en el bus.



* Impuesto cobrado por la guerrilla.

martes, 1 de junio de 2010

Desamor de País

Ayer fue un día difícil de soportar, hace mucho no sentía una desazón tan profunda, una incomodidad tal en el mundo . Desde la última vez que se me rompió el corazón no me sentía así. Sufro de desamor de país.
En realidad no sé porqué, estaba segura que las mafias que se han hecho desmedidamente poderosas en estos 8 años de uribato no se iban a quedar tan tranquilas viendo como llegaba un gobierno legal y les quitaba sus privilegios y seguramente judicializaba a muchos de sus miembros ¡era obvio! Lo sabía...
Esperaba, eso sí, que la movilización de las "fuerzas del mal" se diera en la segunda vuelta, no en ésta, y menos esperaba que fuera de una manera tan descarada! ¡25 puntos de diferencia cuando las encuestas daban si mucho el 5%!
Todos los medios hablan ahora de lo mucho que se equivocaron las empresas encuestadoras, y ellas dicen que el desfase está en la volatilidad el electorado. No lo creo.
Creo que sucedieron dos cosas, una, inflaron los votos de Mockus ¿con qué intención? no lo sé muy bien, ¿aguzar a la derecha para que desplegara toda la maquinaria? ¿hacer que se confiaran los verdes?¿Quitarle votos a los demás candidatos y en especial al Polo como lo decía Petro? ¿Todas las anteriores? Y la segunda es que estas empresas no pueden calcular cuántos votos se van a comprar. Deberían tenerlo en cuenta para las próximas encuestas e incluir una pregunta que sea "¿tiene usted pensado vender su voto?"
Llegan denuncias de todo lado, alguien que vió como comparaban votos a 20.000 en Atlántico, un video en youtube que muestra como repartían perros calientes en un lugar de Bogotá, otros me dicen que vieron gente vender su voto por 25.000 en Unicentro. ¿Y pasa algo? No, evidentemente no. Santos celebra y le da las gracias al presidente porque tuvimos las elecciones más tranquilas de los últimos años.
Subestimé completamente la suciedad de la politica en este país, algo nada sabio después de ser testigo de la parapolítica, falsos positivos, agroingreso seguro y las chuzadas del DAS. Está claro que el uribismo no tiene límites, habrá que prepararse para 8 años más y saber que en este país todo siempre podrá ser peor.

sábado, 22 de mayo de 2010

Instantes de felicidad

Siento un placer inmenso al viajar por carretera en este país, ver las vidas que pasan, los colores, los olores. Olor dulce de guayaba y mango, ácido de hierba de tierra caliente. Por algunos instantes siento que no puedo ser más feliz, mientras oigo música y el viento entra con toda su fuerza por la ventana acariciándome. Cierro los ojos y el sol juega con las hojas de los árboles creando sombras, y siento el color de la luz en mis ojos cerrados, naranja, rojo, amarillo, sombra, negro, destello amarillo. Quisiera grabar cada imagen, cada sensación, de esos momentos en que la belleza está en todos lados.

jueves, 13 de mayo de 2010

Espacio para no olvidar



Volví hace una semana a Bogotá y me la encontré con sus paredes llenas de los afiches que usaron en su momento las campañas de Carlos Pizarro y Bernardo Jaramillo Ossa.

Varios sentimientos se me mezclan al verlas, tristeza por lo que pudo ser y no fue, rabia por la impunidad, curiosidad por saber quién está detrás de ésto y finalmente gratitud para esos que lo hacen. Hoy después de 20 años no se olvida.